viernes, 5 de noviembre de 2010

A pocos días del Centenario y seguimos carranceando


Hace poco, cuando publiqué el artículo sobre los ferrocarriles, las estaciones de tren olviadas que me he ido encontrando al recorrer la Ruta de Hidalgo y sus Cabezas de Águila, te volvía a decir de algo que, en repetidas ocasiones hemos leído, eso de que la Revolución mexicana se hizo en tren, cosa muy cierta, y quienes vivimos cerca de las estaciones o de las vías del ferrocarril lo podemos constatar, no porque yo lo haya visto, pero si oído.


En alguna ocasión, hace ya un año de ello, te comentaba que el Amo del Bable acostumbraba decir, con cierta frecuencia, eso del carrancear, el término lo entendía perfectamente, aunque no era, ni es, una palabra aceptada, su significado era fácil de captar: carrancear = robar. Luego, en ese mismo artículo te decía que leyendo el magnífico libro del maestro José de Santiago Silva en donde hace un estudio profundo del templo agustino aquí, en Salamanca, llega el momento en que menciona de que durante la Revolución el templo, esa joya del arte barroco que tenemos, fue usado por las tropas, primero carrancistas, luego villistas. Cuando se hospedaron estos individuos el templo fue saqueado, saqueado como tantas casas, haciendas, ranchos, en fin, no se llevaron todo, pero de que quemaron puertas, bancas y uno que otro angelito voló, eso es aun notorio.


Ligando una cosa con la otra deduje que ese verbo, el carrancear, como lo oía tanto aquí, en Salamanca, y así lo escribí, como "el verbo que se acuñó en Salamanca", solo que, al poco, leyendo a otro maestro, en este caso a J. Jesús Guzmán Cíntora, cronista de Yuriria, de pronto me encuentro con ese verbo: "A las muchas calamidades que azotaron esta región con motivo de la guerra civil, debemos añadir una más, que fue definitiva para exterminar las diferentes partidas de fascinerosos que al grito de la Revolución azolaban, esquilmaban y diezmaban terriblemente a la indefensa población civil; partidas que se ostentaban como villistas o carrancistas, pero las que no tenían otro ideal que el de robar, asesinar, violar y saciar bajos instintos, llegando el vulgo a desginar el robo con la palabra "carrancear". (1)


En un artículo de La Jornada, que por cierto, te recomiendo leer, otro maestro más, Friedrich Katz, nos dice: “Después de la derrota de la División del Norte en Celaya y León, casi todo el país quedó en poder de los carrancistas-obregonistas, y automáticamente se desató la descomposición moral, donde la mayoría de quienes tenían jerarquía se sintieron con derecho de apoderarse del botín. Toda la nación se convirtió para ellos en botín, y se desató un proceso al revés (de como sucedió con Villa), un proceso donde muchos revolucionarios se transformaron en bandidos. Al principio, el reparto, el apoderamiento del botín, se realizaba de manera burda y casi salvaje, por eso la gente rápidamente acuñó el modismo ‘carrancear’ como sinónimo de ‘robar’. Sin embargo, con los años se inventaron otros medios para ‘carrancear’ de manera ‘legal’, y así, poco a poco, se fue erigiendo una nueva cultura del poder, donde ‘político’ se convirtió en sinónimo de corrupto.” (2)


Así pues, confieso que hice precisamente eso que no me gusta leer, oir o ver: regionalizar algo que no lo es. Ahora me doy cuenta de que eso del carrancear ni fue creado en Salamanca, ni es usado solamente en el Bajío sino es algo que a lo largo y ancho del país se sabe muy bien que cuando uno dice carrancear, se está refieriendo a una de las tantas manera de decir, simple, sencilla y llanamente, robar. Pero... ¿dónde nació la palabra? ¿quién acuñó ese sinónimo? Pues nada, en uno de estos días aciagos en los que hay de todo menos dinero, necesitaba comprar un libro. Si tu eres además de buen lector y amante de los libros me entenderás el por qué digo que "necesitaba", pero como no disponía de gran cantidad, vi uno, por tan solo 20 pesos que me llamó la atención, de esos que están en los puestos menos limpios cercanos al mercado y, en la tarde me dispuse a leerlo, y fue allí, con esa pequeña inversión que la duda se me aclaró:


La historia comienza un 5 de noviembre de 1916, cuando las elecciones de diputados Constituyentes se hicieron, los personajes comiezan a aparecer: el coronel Chapa, el general Heriberto Jara, el general Álvaro Obregón y, claro es, Venustiano Carranza. Quién escribe la nota era un ilustrador que fue contratado para hacer lo propio durante el Congreso Constituyente en Querétaro, Salvador Pruneda, y esto es lo que escribe: "Llegamos a Querétaro y en la estación nos encontramos un gran número de personajes importantes de la época, encabezados por el Primer Jefe don Venustiano Carranza, que había ido a recibir a los señores embajadores. Bajamos e inmediatamente el general Obregón, Ministro de Guerra del señor Carranza, se colocó a su derecha y formados, esperaron a los diplomáticos que siempre se tienen que colocar en orden, de acuerdo con el protocolo y bajo la dirección del Ceremonial de Relaciones.


El día anterior había celebrádose un banquete y se habían tomado fotografías de las que llevaba una el general Castrejón un tipo muy singular, bajo de estatura, delgado, con uniforme blanco y vivos azules como los Batallones de Supremos Poderes, que organizó el general Francisco L. Urquizo, y aprovechando la presencia de algunas personas y para darse importancia, se afinó sus bigotillos a la Kaiser y sacando su pluma fuente, invitó a los generales y personalidades presentes en la estación que habían asistido al banquete, para que le firmaran la fotografía en la que él se encontraba en lugar prominente. Joaquín Guerra y yo, uniformados de gran gala, estábamos a la espalda del general Obregón, junto a don Venustiano. De pronto el general Castrejón, con voz alterada, suplicaba:


-Señores, mi pluma fuente... ¡mi pluma fuente!


El general Obregón, que hablaba con don Venustiano, preguntó al general Castrejón:


-¿Qué le pasa, general?


-Que no "parece" mi pluma fuente, con la que estaban firmando.


-No se apure general... a la mejor ya se la "carrancearon".


Don Venustiano tosió y se peinó la barba con la mano. el general Obregón se quedó impasible. Nosotros no aguantábamos la risa. El general Castrejón no se atrevió a volver a preguntar por su pluma y se colocó en la fila". (3)


Testimonio de primera mano que nos dice cuando, como y en donde fue acuñado el nada agradable verbo carrancear, mismo que, luego de casi cien años, se sigue practicando. Esperemos que el Centenario de esa palabra NO se celebre.

Fuentes:


1.- Guzmán Cíntora, J. Jesús. Yuririapúndaro. B. Costa-Amic Editor. México, 1978


2.- Jiménez, Arturo. El imaginario nacional refrenda a Villa como un revolucionario. Artículo en La Jornada, 20 de noviembre de 2007.
http://www.jornada.unam.mx/2007/11/20/index.php?section=cultura&article=a04n1cul


3.- Pruneda, Salvador. Periódicos y periodistas "intimidades". Editores de Revistas Ilustradas. México, 1975.

Enlaces:


Para leer el artículo donde aseguraba que el verbo se acuñó en Salamanca, entra aquí:

http://vamonosalbable.blogspot.com/2009/11/un-verbo-que-se-acuno-en-salamanca.html

La Revolución se hizo en Ferrocarril, veamos lo que queda de él:

http://vamonosalbable.blogspot.com/2010/09/la-presencia-del-ferrocarril-en-la-ruta.html

2 comentarios:

  1. Benjamín Arredondo, quiero comunicarme contigo, pero no localizo tu cuenta de correo, serías tan amable de escribirme a pzarate2001@hotmail.com
    Yo edito un blog, la dirección es http://arcadiasalvaterrense.blogspot.com
    Espero recibir noticias tuyas.
    Que estés bien.

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  2. Estimado,

    Mi dirección es: benja.xocoyotl@hotmail.com tu blog lo conozco, allí fue donde por primera vez leí sobre La Fernandito...

    Saludos

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