viernes, 8 de febrero de 2013

La hacienda ganadera de San Isidro, municipio de Juventino Rosas, Guanajuato.

Este, descubrimiento para mi, fue apenas ayer, como a estas horas que ahora escribo el artículo, algo así entre 5 y 6 de la tarde. Como seguramente te habrás dado cuenta, si es que me sigues en el "otro" blog que tengo sobre Salamanca y su historia regional, algo que atinadamente el maestro González y González nombró como "la Michorhistoria". Pues en esa base fue que por la tarde de ayer me fui al rumbo oriente del municipio de Salamanca, al rancho de Santa Rita, pensando encontrar allí los vestigios de la Hacienda de La Charca que, según lo anotó Juan Diego Razo en 1988, ese sería el sitio actual en donde se ubicó la mencionada hacienda.

   Llegué, crucé el "Canal de Coria" y entré en el rancho de Santa Rita, le di media vuelta pues, como todo rancho, su traza de calles no te lleva a ningún lado y se vuelve un complicado laberinto para recorrer. Así que, media vuelta para atrás, volví al punto de partida. Allí se encontraba un animado (por así decirlo), grupo de la tercera edad al cual me acerqué. Luego de dar las buenas tardes pregunté si allí se llamó antes La Charca. Unos a otros se miraron y, como buen matriarcado nadie dijo nada hasta que la anciana del grupo abrió la boca: aquí no hay ninguna charca. 

   Y disparé la segunda pregunta: ¿no hubo aquí hace tiempo alguna hacienda? No, aquí nunca hubo hacienda alguna. Entonces, luego de verse unos a otros, la anciana nuevamente habló. Todos voltearon a verla: Allá -apuntó hacia el poniente- hay una presa, a la mejor esa es la charca que anda buscando y allí había una hacienda. Se llama San Isidro. Di las gracias y me retiré, entendí que este grupo de personas son de los (en inglés) non frendly ante "forasteros", pero me dieron la muy valiosa información que necesitaba, enfilé a la carretera estatal que comunica a Salamanca con Juventino Rosas y esperé, poco tiempo, por cierto, al siguiente autobús.

   Voy a San Isidro. Ah sí, me dijo el chofer, a la entrada de Santa Cruz. No, le dije, al que está aquí en el siguiente rancho. Para eso habíamos ya pasado el rancho de Valencia y estábamos por pasar frente al de San José de la Montaña. ¿Será al Cerrito? preguntó. ¿El de Gasca? pregunté. Ese mesmo, me dijo. Ah sí, allí es donde voy. No pasaron ni cinco minutos y estaba ya en el municipio de Santa Cruz de Juventino Rosas, en su primer rancho, vecino de Salamanca: El Cerrito de Gasca.

   Ahora era cosa de caminar casi dos kilómetros para llegar, desde la carretera al rancho. El clima del Bajío ha cambiado drásticamente, el invierno acabó hace una semana, ahora estamos en pleno verano, a pesar de que hoy es 8 de febrero apenas, y la temperatura es más bien calurosa, por eso digo que ya es verano. Esto  lo afirmo en base a que, desde el lunes, tenemos temperaturas propias del estío llegando a las 3 de la tarde a los 34 o 35 grados. Es decir, el cambio climático no acabó con el 2012, viene ahora lo peor!

   Como quiera estos casi dos kilómetros fueron reconfortantes. La planice del Bajío es contundente en esta parte, las tierras negras, que son las más fértiles, están listas para recibir las semillas; en algunos predios la siembra se hizo hace algunas semanas y ya comienzan a tomar un agradable tono verde del trigo que apenas comienza a brotar; volteando al sur vemos el cono perfecto del Culiacán.... nos sentimos en casa.

   De pronto en el lado oriente aparece una represa, completa. Por su estructura presumo que es de finales del siglo XIX... me atrae, hacia ella camino.

   Estamos frente a una auténtica obra de arte de la ingeniería hidráulica del porfiriato, de ese sistema de presas, represas y cajas de agua que proliferó en el Bajío y que dio paso a la estructura de riego por canales que en 1950 se desarrolló con el programa del Alto Lerma y la construcción del Canal de Coria, que controló todo el flujo de aguas para las siembras de las temporadas de secas en este rumbo.

   Enfilo al rancho y me meto a la primera tiendita, primero para comprar una botella de agua, luego para volver a preguntar lo mismo: ¿fue aquí La Charca? no aquí no fue ninguna charca pero hay una presa atrás del cerro, si se va por por aquel camino llegará. Y -pregunto- ¿está por allí la hacienda de San Isidro? sí allí está. Por lo visto la región la podemos catalogar como "non friendly", como quiera tengo los datos que me importan, para allá me dirijo.

   Y si los campos se veían bellos cerca de la carretera, más bellos están a medida que subimos una ligera colina...

   Si algo tienen los campos del Bajío es que, allí, con la mentalidad de siglos pasados, se respetó buena parte de la naturaleza. Es común ver mezquites en mitad de las tierras de cultivo, ellos proveen, entre otras cosas, de sombra para cuando llegan las jornadas extenuantes de la cosecha.

   Y sí, en efecto, eso que veía al principio, en un primer plano, no era una loma, sino la cortina de una presa,  la que se llamó de San Isidro y que dio servicio, precisamente, a la hacienda del mismo nombre. Si ves con atención hacia el lado izquierdo, eso verde fue, en algún tiempo el vaso de la presa. Ahora es una zona de sembradíos.

  Decido irme por el bordo de la presa, la cortina está 10 metros arriba del nivel de las zonas de cultivo y es tan ancho que con facilidad pasa por allí una camioneta.

   Un garambullo, uno de los miles y miles que hay en la región, comenzando ya a florear para, terminada la primavera, dar paso a la fruta tan conocida en todos los ranchos que lleva el mismo nombre. Si observas con atención vemos arriba de la loma una construcción, esa es precisamente la Hacienda de San Isidro.

   Luego de cruzar el bordo de la presa, llego al lado poniente, donde sigue funcionando para lo que fue creada hace tiempo: para almacenar agua.

   Desde lo lejos se ve el casco de la hacienda, de la troje, diré. Me entra la emoción habitual de llegar a un sitio abandonado, quisiera estar adentro ya, pero hay que ir con mucho cuidado. No sé si, efectivamente, está abandonado, si hay perros, si hay pozos, en fin, cuando andas solo, más vale extremar precauciones, eso lo aprendí desde aquél accidente que tuve hace ya cinco años. 

   Casahuates es lo que abunda por allí, hay, igual que en todo el Bajío, nopales y los garambullos que ya vimos, ese es uno de los tantos caminitos que se han ido formando en torno a la Hacienda, es una evidente zona de pastoreo, en el camino me topé con al menos dos pastores y sus respectivas chivas. Sale de sobra decirte de todas las bolitas negras que hay por el camino... indicio de que por allí es paso de ganado menor.

   Y llegamos a la Hacienda de San Isidro.... una maravilla. La primera que encuentro en el Bajío que estaba dedicada a crecer toros de lidia.

   Estamos en las proximidades de la Sierra de Codornices, que si algo tiene es piedra y cantera roja, y fue ese el material empleado para levantar esta construcción.

   Esta toma la hice para que vieras el grosor de las paredes y el tamaño de las piedras utilizadas para construir la troje de la Hacienda de San Isidro.

   Es la tarde, evidentemente que la pared poniente es la que está iluminada, ahora se nota mejor en la fotografía lo bien construida que estuvo esta troje, aunque los cuartos contiguos están casi derruidos en su totalidad.

   Quizá esas eran las oficinas de la Hacienda o los cuartos de los que cuidaban de ella.

   La troje estaba recubierta por dentro.

   Y llegamos al punto que la vuelve única en el Bajío... insisto, es la primera de este tipo que encuentro por la zona. Te darás cuenta de que esta pared, de unos dos metros de altura está levantada en forma circular, y frente a ella hay otra de idénticas características.

   Esta que es la fachada principal fue algo soberbio, lo digo porque estaba totalmente adoquinada según lo podemos ver en algunos vestigios, al final, es decir, desde donde tomé la foto, se dominaba todo el Bajío, teniendo como fondo el cerro del Culiacán, y desde aquí se podía vigilar perfectamente a todo el ganado que allí se criaba.

   Es por eso que digo que esta fue una hacienda ganadera de toros de lidia, pues hay dos redondeles en los que, seguramente era donde se hacía la tienta de los toros.

   Si eres buen observador te darás cuenta de cuan aplanado estaba todo el entorno de la troje de la Hacienda de San Isidro. Te dejo unas fotos más.







   El magnífico cerro del Culiacán visto desde la terraza de la Hacienda de San Isidro.

   Esta vez, mi en contra de mi habitual forma de editar los artículos, no investigo nada sobre la Hacienda pues, con tan solo decirte que don Pedro González no la tiene enlistada, eso me dice cuan escondida estuvo durante no se cuántos años... mejor me tomo el "Bendaval sin Rumbo" y me regreso a Salamanca, para pasar los últimos días pues estamos levando anclas, ya te enterarás de cual es el rumbo que tomo.

3 comentarios:

  1. Un tesoro más que nos compartes. Con las fotos, que son muy buenas y claras, uno puede casi estar ahí. Felicidades por tu talento en todos sentidos para hallar, investigar,exponer, etc., sobre temas y lugares.

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  2. Gracias Benjamin... eso es espiritu de aventura y descubrimiento. Y te felicito por tu lectura tan transparente de las actitudes de los personajes locales... :)

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  3. hola me gustaria que subieras fotos nuevas del cerro de culiacan creo que tiene mucha historia que contar y lo felicito por su pagina esta muy interesante...

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