jueves, 14 de febrero de 2013

Llegando a Tlalpujahua, Michoacán; un auténtico Pueblo Mágico.

    Este es el relato del cuarto día de mi "tirada a perder" del 2013. Amanecí en Morelia, con el inconveniente de que ya no funciona el conector del sistema inalámbrico de la lap, un poco pesada, que vengo, materialmente cargando en la espalda. Como quiera, me conecto en algunos de los llamados cibercafés que ni son cafés y que conocemos con el genérico de Internet. Desde uno de ellos escribo, en la paz y tranquilidad de un pueblo mágico que no es título que yo haya dado, sino que la Secretaría de Turismo se lo dio con justa razón, pero, no nos confundamos en la ubicación. Por la mañana aproveché para ir en busca del libro que me dará los nombres que tuvieron los ranchos del siglo XVII en la villa de Salamanca y que me ayudará a identificar a los que se transformaron en haciendas, algunas desaparecidas, otras en vías de desaparecer y algunas, las menos, que siguen en funciones.

    Ese libro se llama Partidos y Padrones del Obispado de Michoacán, lo publicó el Colegio de Michoacán. Pensé encontrarlo con facilidad en Morelia, pero no contaba con que la huelga de la Universidad abarca a la biblioteca en donde seguramente está el libro. En las otras que consulté no lo tienen pero lo anotaron para solicitarlo al Colegio en Zamora, solo que, no creo poder regresar a Morelia en lo que resta del año... esto que ahora vemos es el portal de una casa magnífica, construida por el ingeniero belga Sorinné.

    Y en esta casi infatigable búsqueda de datos, me apersono en las oficinas del Arzobispado de Morelia, voy a su biblioteca, la cual me hizo alucinar nadamás de ver los lomos de los libros y sus siglos que cargan... ni que decir de lo que puedan contener pero, voy en busca de un libro en específico y no, no está...

    Salgo del Arzobispado y, como es Miércoles de Ceniza, este es el pretexto perfecto para montar una buena vendimia de comida en la explanada contigua a la Catedral del lado de la Plaza Jardín, por cierto, olvidé tomar una fotografía del monumento a Juárez teniendo como fondo las torres de la Catedral... estamos en Michoacán, así que el desayuno consistió en Corundas. Voy ahora a mi última oportunidad de encontrar el libro: la biblioteca del Congreso del Estado. Me lo verifican en el catálogo, ¡allí está!, la persona que me atiende se sube a una monumental escalera pues la sección del Colegio la tienen en lo más alto, y.... -fíjese que no está, no lo encuentro. Me dijo la susodicha. ¿Y no estará por otro lado?, pregunté, Humm... se puso a pensar... creo que fue de los que mandamos a encuadernar. (Shit happens!).

    Ni hablar... sigo para el hotel, recojo mis cosas y por suerte en la esquina encuentro al urbano (que ahora les dicen combis) que me lleva a "la parada a Charo", así le dicen al paradero de los autobuses que van con rumbo oriente, de lo contrario me tendría que ir en dirección opuesta a la Central y volver a cruzar Morelia, para salir rumbo a Charo, esto implicaría una hora y media más, así que, mejor espero allí al de segunda que me lleva a mi destino: Tlalpajahua... primera corrección en el camino, no es con A es con U: Tlalpujahua. En el sitio de la parada alcanzo a ver ese "scalestric", como le dicen en España a esos tréboles urbanos, pues era allí en donde estaba la Cabeza de Águila de la Ruta de Hidalgo que, sencillamente, desapareció cuando Morelia creció hacia el oriente.

    Y enfilamos a Charo, en el camino veo estos Silos, los de Conasupo que sirvieran, en buena medida, para que el Profe aquel que dijo que "no hay político pobre, sino pobre político" y que, atinadamente organizara todo un proyecto para construirlos, cientos de ellos, ni más, ni menos que con su constructora. Imagina ser juez y parte. Es decir, el autorizaba por el lado de Conasupo los costos de construcción y por el otro se entregaba los presupuestos que su constructora elaboraba y que el aprobaba, es decir, negocio redondo. Si esta historia te interesa, entra aquí.

    Esperar el camión que me lleve a Maravatío es cosa de casi dos horas, así que, mejor me subo en el primero que pasa, me lleva a Ciudad Hidalgo, la antigua Taxiamora, me hubiera gustado quedarme allí para ir a conocer las haciendas que fueron propiedad del cura Hidalgo, la de Jaripeo y Santa Rosa, pero, como la verdad eso no estaba en el plan original, mejor sigo a donde lo tenía planeado, hago el transbordo inmediato y sigo para Maravatío, por el rumbo encuentro esta glorieta, con un monumento un poco curioso, pareciera un redentor, pero no lo es...

    Estamos en la zona de las tierras coloradas, esto le da una visión distinta al panorama, el contraste es más fuerte, lo puedes notar del lado izquierdo de la carretera, esta toma la hice por el rumbo de Irimbo...

    Llegamos a un entronque en el camino, Aporo hacia la derecha, Maravatío a la izquierda, así que, ahora enfilamos rumbo norte...

    Y entramos a una zona de tierra más colorada aun, el panorama es precioso, por algo Maravatío se llama Maravatío, pues en lengua purépecha quiere decir precisamente hermoso. Al fondo se ve parte de la Sierra de Talpujahua.

    Desde que comencé a viajar en autobús con fines turísticos, siempre buscaba me dieran el asiento 1 o el 4, que son los frontales del lado de la ventanilla, si era el 4, mucho mejor aun, pues todo el panorama de la carretera lo tienes completo tanto al frente como al lado derecho. Y justo en ese asiento vamos.

    Noto algo sumamente curioso en el camino entre la desviación a Aporo y la desviación a Senguio, son las ladrilleras, las cuales son tejabanes bastante largos y chaparros, con una especie de torre al final. Creo que esa torre es el horno. Son varias docenas de ladrilleras las que aparecen en el camino...

    Y muchas de ellas exponen todos sus productos, formas y diseños de ladrillos, tejas y celosías.

     Y llegamos a Maravatío, todo ha funcionado bien hasta el momento, debo hacer un cambio más de autobús, es el que va a Toluca vía Zitácuaro, de los nuevos, grandes, con aire acondicionado y muy cómodo, con paradas a todo lo largo del camino. Entramos en el valle de Maravatío y...

 ... el panorama cambia, ahora todo se vuelve verde. Verde intenso, quizá se vea así por el polarizado de los vidrios del autobús, como quiera, de que se ve bello, se ve. Esta señal que veo pusieron por muchos de los caminos estatales de Michoacán, tienen el logotipo del Bicentenario 2010, quizá fueron recursos federales utilizados para mejoras de caminos o... para adornar el camino. Recuerdo una caricatura de reciente aparición en la que dice, palabras más palabras menos: es solo cosa de que el Gobierno de una noticia para comenzar a dudar de ella. Lo digo por la duda que planteo de estos anuncios en caminos michoacanos.

 Ve nada más que belleza de valle.

 Y seguimos por zona de bosques...

 Y desde lo alto, vemos un panorama sencillamente majestuoso...

 Y llegamos a Tlalpujahua, estado de Michoacán.

Y con justa razón es un Pueblo Mágico.

...humm... creo que aquí me quedaré varios días... ya te lo contaré.

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