martes, 9 de abril de 2013

Adentrándonos en Yucatán y sus mil maravillas.

    Desde hace tiempo tenía ganas de conocer Yucatán desde un ángulo un poco distinto al que nos es ligeramente más conocido. De sus zonas arqueológicas se ha hablado mucho, de sus haciendas henequeneras también. Ni para que mencionar su comida, que es altamente apreciada por todo el país. Pero de lo que no me había dado la oportunidad de conocer en las otras ocasiones que vine por acá (precisamente a las zonas arqueológicas), era el ver como se fue dando la evangelización en lugares en donde el rigor del clima y la presencia de ancestrales creencias indígenas. Algo que atrajo mucho mi atención fue ver que la espadaña está presente en prácticamente todos los templos de esta parte de la península; así que, lap top al hombro (que no mochila) salgo muy temprano para conocer esto que es en verdad extraordinario.

    Por fortuna consigo 'aventón' desde el lugar en donde me hospedo, (bastante retirado del centro de la ciudad y, en buena medida, retirado de toda población), me dejan en el parque central de Cholul, son las siete de la mañana y algunos escolares tienen su feliz (?) regreso a clases; el templo está pintado en amarillo y es precisamente con una espadaña en lo alto. El parque es grande, de muy buenas dimensiones, como todos los que he visto hasta ahora en Yucatán.

    Hay un cenote en la mera plaza, pero el acceso sólo está permitido en fines de semana. Hay varios puestos de comida y se ha levantado una de esas plazas de toro desmontables, seguramente habrá una 'vaquería', la fiesta tradicional de todos los pueblos de la península. Encuentro la primera sorpresa del día: los travesaños que colocan para formar la primera gradería están hechos utilizando trozos de vía, se alcanza a ver aun la marca: Decauville.

    Mérida es enorme, eso ya te lo había comentado. Tomo el autobús urbano que me lleva desde Cholul hasta el centro de la capital yucateca. En días anteriores noté que hay por el rumbo de los arcos, es decir, donde están las tres puertas que quedan de cuando fue trazada la ciudad virreinal, las estaciones de colectivos que parten a todas y cada una de las ciudades circunvecinas, busco uno que me lleve a Acanceh. Primera corrección en el camino: no se pronuncia Acancé, como lo decimos los non parlantes del maya. Se pronuncia 'Acanké'.

    En el paradero del autobús del que me bajo encuentro a un supervisor de transporte, me da las indicaciones para llegar. Cuando hablas con un auténticamente yucateco debes ponerle mucha atención pues el acento es distinto y de pronto surgen palabras que solamente se usan por estos rumbos, en el camino encuentro una casa que tenía sus puertas de par en par y viene la segunda sorpresa del día: estos pisos que parecen alfombras.

    Otra gran sorpresa, aunque en realidad ya lo había notado. El costo del transporte en Yucatán es bajo si lo comparamos, por ejemplo, con el que hay en Guanajuato. La diferencia es prácticamente el doble, por ejemplo, el tramo entre Salamanca e Irapuato está en 22 pesos, son escasos 15 kilómetros. Aquí para ir de Mérida a Acanceh pague solamente 17 pesos, son 30 kilómetros. En el camino aparecieron letreros que indicaban distintas ex haciendas henequeneras. Aquí alcanzamos a ver un chacuaco de una de ellas.

    Llegamos, pues, a Acanceh, eran las 8 de la mañana, momento justo del trajín en el mercado, montones de motos y triciclos que hacen el servicio de taxi aparecieron en fila, en la gran explanada central vemos, a un lado el templo parroquial (en amarillo y con espadaña), al norte un pirámide, al poniente el jardín central, esto es definitivamente, (ya lo había dicho) otro mundo.

    Y aquí es cuando comienza ese conflicto de ideas al que todos los que gustamos de la historia de México nos hacemos la pregunta recurrente del ¿cómo es posible? Esto debido a que a escaso metro de la base de esta pirámide se levanta la pared de una construcción que seguramente se hizo al finalizar el siglo XIX, al otro lado sucede lo mismo, es decir, la pirámide quedó encajonada entre dos construcciones. Al preguntarle al custodio de INAH, me dice que hay que tener en cuenta que antes de que se formara la institución, la gente ya había saqueado, deshecho y habitados sitios arqueológicos y que el desbaratar una pirámide no era cosa nueva, pues desde la llegada de los españoles eso se hizo... Más claro ni el agua.

    Del color en abundancia y, en ocasiones, en exceso, ya te había platicado desde que nos aproximamos a la región sureste de México, desde Tabasco venimos viendo estos contrastes que, al llegar a Yucatán se vuelven verdaderas odas a la colorimetría. Cualquier surrealista palidecería ante la rotunda realidad que se vive, en términos de color, en Yucatán.

    La lengua, el traje, las costumbres, la comida, la casa, todo aquello concebido por los ancestrales mayas sigue vigente, la cultura maya está viva.

    Y esta es la constante en todos los pueblos yucatecos, aunque igual lo vemos en Quintana Roo y en Tabasco, supongo que en Campeche también. El servicio de taxi en estos triciclos, son cómodos y eficientes. Hacen recorridos de pocos kilómetros, el precio es accesible. Yucatán es otro mundo.

    Averiguo por la calle en donde es que pasa el autobús que va para Tecoh (se pronuncia Tekó), aun no terminaban de decirme en dónde era que aparece el camión, así que continuamos el recorrido. El clima es benigno, el calor aun no aumenta, los autobuses tienen aire acondicionado. Fueron pocos los kilómetros recorridos, llegamos a Tecoh en menos de 20 minutos.

    Lo primero que captó mi atención fue el edificio de la Presidencia Municipal, pintada en verde pastel y blanco, arquitectura porfiriana en pleno. Algo que fue sorprendente admirar fueron sus pisos, una de las mejores obras de decoración que he visto hasta el momento. Tomar esta fotografía casi, casi, me cuesta una multa o el decomiso de mi cámara pues no está permitido hacerlo, de eso me enteré luego de hacer la gráfica. Incluso me pidieron me identificara. Al darle mi credencial del IFE al comandante, él me preguntó si tenía otro tipo de identificación... aun no acabo de entender que tipo de credencial quería que le mostrara.

    Y la siguiente sorpresa aquí está. No me refiero a los bicitaxis, sino al templo que está construido sobre el basamento de una pirámide maya.

    Y de la (in)sana convivencia que hay entre las extraordinarias casonas propias del clima extremo yucateco y las empresas globalizadas ni para que hablar...

    Y la otra refresquera no canta mal las rancheras... y le prestó toda su sillería a la parroquia para los eventos de la Pascua de Resurrección.

    Y de la naturaleza que se explota en prodigiosos colores seguiremos hablando una y otra vez.

    Así como seguiré tomando fotos y más fotos de estos aventurados e irreverentes contrastes en los que el resultado es algo en verdad único.

    Y aquí a la naturaleza involucrándola en las campañas políticas.

    Es lunes, hoy toca... Frijol con Puerco, como marca la tradición del Yucatán.

    Una reposada espera luego de la comida y continuamos el camino, vamos viendo algunos campos de henequén, pocos en realidad, pero vemos que su producción sigue vigente.

   Llegamos a Tekit, lugar en donde se producen las guayaberas y los ternos, las vestimentas típicas de Yucatán, y sito de un magnífico templo, con espadaña también, el dedicado a San Antonio de Padua.

       Al ver los retablos de estos templos en rojo y dorado, con las paredes exteriores en amarillo, me viene a la cabeza una idea: esos dos colores eran usados simbólicamente por los mayas, seguramente estos siguieron asociados al culto al paso de los años.

    Las esculturas y ornamentaciones en los templos de Yucatán tiene un toque indiano excepcional.

    Y el manejo del color me lleva continuamente al éxtasis.

    Una espera de varios (muchos) minutos, luego de caminar el centro de Tekit y abordamos el siguiente autobús. Por cierto pasan cada hora, es cosa de que verifiques la hora en que llegas a cada pueblo para que te programes y hagas más eficiente tu recorrido. Estamos ahora en Teabo.

    Y caminamos por sus calles y nos seguimos deleitando con cada detalle, en cada esquina, en cada rincón y, de pronto...
    Aparece el Rey León... listo para el festival de la primavera que no lo tuvieron en la fecha precisa por haber sido tiempo de vacaciones y hoy que reinician las clases, se hace el desfile... habrá que notar lo multifuncional que resultan ser los triciclos.

    Preguntando por ahí, una persona me dijo que esto es un pompelmo, creo es una especie de bule o guaje,  que una vez seco y limpio se usan para colocar allí las tortillas y evitar que se enfríen.


 

Un poco más de carretera para llegar a nuestra siguiente escala y, en buena medida, la meta de este recorrido: el templo, convento y capilla abierta de Maní.

   La tarde comienza a caer, la temperatura está ligeramente elevada, el templo vacío, casi me dan ganas de llorar, es lo mejor que he visto en Yucatán. (Las fotos del interior en su debida oportunidad te las mostraré.) 

 Este es el ex convento franciscano de San Miguel Arcángel en Maní, Yucatán.

    Y como ya se ocultó el sol, mejor seguimos al lugar en donde pasaré la noche: Oxkutzcab... cargo en la cámara casi 500 fotografías de tan solo un día, a cual más interesante la una de la otra... Yucatán, señores, Yucatán es otro mundo.



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