viernes, 20 de diciembre de 2013

La catedral de San José en Tula, Hidalgo: El medioevo en México.

  Hay algo en el estado de Hidalgo que es sumamente impresionante: sus templos. Tal es el caso de la ahora y desde hace poco más de medio siglo, elevada a la categoría de Catedral, que fue construida como templo y convento de San José. La obra comenzó en 1543, se llevó once años levantarla completamente. Aunque hay autores que ubican el inicio en 1553. Y en una placa, a la entrada del templo dice que fue en 1554 (foto al final). Los doce franciscanos que iniciaron la evngelización habían llegado a México en 1529, en pocos años más avanzarían al norte, entendiendo por norte, los límites que entonces se marcaban, eso que ahora conocemos como el estado de Hidalgo. Siendo esta obra de las primeras en ser construidas, vemos en ella la reminiscencia de los castillos-fortaleza medievales. Y leemos a Manuel Rivera Cambas:

   "Perteneció este templo, en sus principios, al convento de religiosos de San Francisco, la arquitectura, como la de la mayor parte de los conventos de esa orden, es la propia para edificios destinados a fortaleza y manifiesta desde luego, el aspecto de un castillo, sus flancos están cubiertos con torres y garitones para doblar las líneas de defensa, diósele toda la dureza de que es susceptible la mampostería, con un espesor de dos varas y media, cubierta con revestimiento de cantería; en la parte exterior le dan muy hermoso aspecto los cuadros de la vistosa cantería perfectamente labrados y pulidos, piedras que por la base del templo tienen hasta tes cuartas de vara cada una, disminuyendo proporcionalmente, de manera que las más altas son de una tercia. La cal con la que están unidas las hileras, se mantiene intacta aun después de más de tres siglos que llevan colocadas, pues tuvo principio la obra el año de 1553 y se concluyó en 1561, según inscripciones que están en la iglesia.

  "La iglesia tiene de longitud sesenta varas castellanas por quince de latitud y treinta de altura.El interior del templo posee buenas pinturas en sus altares, trabajados por los mejores artistas mexicanos del siglo XVI; anexas al templo se hallan dos capillas edificadas posteriormente, al otro lado del edificios estaban los claustros, hoy arruinados, y tan solo quedan en pie dos portalillos sumamente estrechos al rededor del patio y algunas celdas, pasadizos y escaleras formando laberinto angosto y tan oscuro, que en algunas partes es necesario andar a tientas. Debe tenerse en cuenta lo reciente que estaba la conquista al construir el templo, la escasez de operarios españoles que entonces había y el esmero y cuidado que se emplearon en su construcción.


   "El atrio que tiene la forma de un cuadrado, circunda la iglesia y el claustro, es más elevado que el resto del piso de la calle, y obra tan notable como la misma iglesia, pues el muro que lo rodea tiene ochocientas varas de largo y el terraplén artificial sobre que se halla, no baja de un millón de varas cúbicas, dando esta circunstancia un mérito extraordinario al atrio". (1)


























Fuente:

1.- Rivera Cambas, Manuel. México Pintoresco. Tomo III. Imprenta de la Reforma. México, 1883. pp. 184-185

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