viernes, 11 de abril de 2014

El Corral de Comedias en Tecali de Herrera, Puebla: El Siglo XVII revivido.

    El interés que tenía, bien lo sabes, cuando hice un recorrido por la zona de los valles de Puebla, era el de conocer los conventos. Vi maravillas, unos en pie, otros sobreviviendo, unos más en ruinas. Cada uno contando una historia, cada uno con sus propias características y su propia personalidad. Esos los iremos viendo a detalle dentro de poco. Andando por allí, y en el entendido de que en esta vida no todo es visita a templos y conventos, estando en Tecali de Herrera, di con un sitio que bien lo podemos escribir con mayúscula por ser tan singular:  el Corral de Comedias.

    Tecali es más bien un pueblo chico, es uno de los 217 municipios que conforman el estado de Puebla, es de los antiguos, su nombre así nos lo indica: Tecali, la "casa de piedra", esto por estar ubicado junto a una enorme cantera en donde abunda el ónix, jaspe o alabastro. Llegar allí es un impacto enorme, primero por todo lo que implica esa cantera, luego porque, estando en el centro vemos la gigantesca plaza, con dimensiones casi monumentales, y, manteniendo la tradición, de un lado se levanta el convento franciscano, en ruinas, como lo vemos en la foto superior, en el otro la parroquia (siguiente foto) y en otro de sus lados están las que fueron, por así decirlo, las oficinas administrativas, quizá la alhóndiga también.

  Sucedió que, en esta evangelización, no todo era "miel sobre hojuelas", como se dice por ahí, pues había pugnas dentro del clero, igual entre las distintas ordenes religiosas que defendían "sus" territorios, los asignados desde Valladolid, luego desde Madrid, pero más bien desde el Vaticano. La pugna era, además de entre las distintas ordenes, con el clero secular, cosa que fue precisamente lo sucedido en Tecali, que ante el celo franciscano por haber recibido como sus casi vecinos al clero secular, estos deciden abandonar su casa, ese magnífico convento que habían levantado y que poco a poco comenzó a desmoronarse.

   El nombre "de Herrera" lo lleva esta población en honor del héroe local Ambrosio Herrera, coronel de la Guardia Nacional y Jefe Político del lugar durante los álgidos tiempos de la Guerra de la Reforma. Así pues, caminando en esa, en verdad fría mañana, en donde la neblina aun persistía, llego a este punto, del lado opuesto a la entrada principal del convento, un letrero avisa que ese es el Corral de Comedias. ¿El qué? me pregunté, entré al recinto, apenas cruzada la puerta me sentí transportado a un tiempo ya lejano de la historia, no me daba la sensación de estar en México, sino en algún sito, quizá de la España medieval. Consultando en la biblioteca local en encuentro una amena reseña del lugar, con es tinte que solamente los escritores locales logran al hacer la descripción de su pueblo:

   "Hacia 1880 se determina la construcción de un teatro para la población tan carente de tantas cosas y entre ellas de un lugar de esparcimiento artístico y de reunión social. De acuerdo a la política porfiriana -tan histriónica en múltiples aspectos- se construye un teatro pequeño de singular encanto y de acuerdo a la capacidad cuantitativa (y cualitativa) de la gente que habitaba Tecali. Sus sistemas constructivos y su planta general (del teatro, no de la gente) lo aproximan graciosamente a los corralones de comedias de la arquitectura teatral europea del siglo XVII, particularmente a ese monumento delicioso que es el teatro de Almagro

   "A este corral de comedias de Tecali de Herrera, hecho por los canteros de jaspe y el ónix, le hicieron el piso del lunetario sin lunetas, quiero decir, al piso lo descalzaron de butacas, como suelen ser los lunetarios sin butaquerío  para la exaltada libertad de dejar que el público aporte su silla y su entusiasmo, ya que el teatro de siempre requiere de bancos de madera, sillas de palma o piedras de tecali -para que en este caso la comodidad le dure lo que al pobre la alegría- en los que los actores y el público se asienten a entablar el coloquio y a reanudar el palique viendo la representación. Eso es a bajo, en la luneta. Con las plateas fue distinto: sillería de madera y zacatl entreverado o entretejido que se da entre los pergaminos rugosos del mármol como noble bruto, lo mismo en los cantiles verdosos de Tecali que en las laderas azulencas de Baalbeck y Delos.

   "El escenario y sus implicaciones en este teatro también es asunto de marquetería. Ni las toneladas de escombros o de asombros que el restaurador removió, ni la incuria de la hierba mala que trepa por la mala conciencia de los gobernantes destructores, obtuvieron éxito alguno en la última representación que dejó suspensas las noches de este teatro insólito. Su restauración fue al propio tiempo su liberación. Toda restauración de monumentos conlleva el sentido de liberar el acto artístico que lo produjo originalmente, e volverlo independiente, de arrebatarlo de la cárcel de la negación, de rescatarlo de las mazmorras del olvido público. Acto creativo por excelencia el de la restauración de un monumento; acto de amor en la resurrección de los monumentos teatrales. En este teatro redivivo --capella tecallensis- cuya resurrección partió de las calas en los muros al hallazgo de los niveles originales, que descubrió puertas y ventanas tapiadas, que acudió a primeros y a últimos auxilios para reestructurar muros, techumbres, maderos hacia la recuperación integral

    "Recuperado ya, rescatado de la ruina y recobrada su prestancia de noble aposento, la casa cural con las puertas abiertas, me pregunto en medio de la intolerable desolación de esta plaza central de Tecali, de este zócalo desértico que paree ignorar el latido de sus paseantes..., me pregunto: ¿de qué habrá de llenarse este escenario para que el acto de libertad de su restauración llegue a su expresión total? ¿Qué índole de actos "cívicos y culturales" habrá de escoger y de acoger para que los habitantes de Tecali se decidan a salir de su casa, a descender de la veta cantera naranja, negra, sepia, de su mármol y, con su silla a cuestas, acudir al llamado del teatro como las voces de la información que les ayude a interesarse en las cosas de la vida". (1)

   En realidad no hay documentación de cuándo fue construido realmente este espacio. "Por muchos años olvidado, el inmueble había caído en un deplorable estado de deterioro, y apenas en 1979 el entonces gobernador del estado de Puebla, doctor Alfredo Toxqui Fernández de Lara, se interesó por su rescate y, por medio de la Dirección de Obras Públicas del Estado, encargó su restauración". (El corral de comedias de Tecali de Herrera, José Antonio Terán Bonilla Doctor en arquitectura, Dirección de Estudios Históricos Instituto Nacional de Antropología e Historia, el documento lo puedes ver aquí). Aunque en el sitio web de Turismo Puebla se menciona 1540 como fecha de construcción por el arquitecto Claudio de Arciniega, del que se dice trabajó en el diseño de la Catedral Metropolitana, la de Puebla, el convento de Santo Domingo y el de San Agustín en la ciudad de México.










 Esta banqueta es un buen muestrario de lo que produce la cantera próxima a Tecali de Herrera.

Así estaba el Corral de Comedias hacia 1980.


Fuente:

1.- Azar, Héctor. El teatro de Tecali de Herrera, dentro de A la luz de la Puebla. H. Ayuntamiento del Municipio de Puebla 1990-1993. Puebla, 1992. pp.155

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