sábado, 28 de noviembre de 2015

El caballero don Lorenzo de Boturini Benaduci

   Quizá tu como yo, sabemos de él debido a que una calle del centro histórico de la ciudad de México lleva ese nombre, por el rumbo de la Doctores y de allí al oriente hasta entrar topar con el Eje 3 Oriente. Hay también calle con su nombre en Morelia y Zapopan, pero, como suele ocurrir, poco se sabemos de él (como de Balderas, por ejemplo, siguiendo con los nombres de las calles), así que hoy es la ocasión de aprender un poco sobre tan singular personaje, para ello nos apoyamos en el México a través de los siglos.

  “La administración del conde de Fuenclara comenzó con un acto de arbitrariedad, que probó la poca ilustración de aquel gobernante y que le ha traído la más severa crítica de la posteridad. Al pasar el virrey por Jalapa, de camino para México, el alcalde mayor de aquella villa le entregó un ejemplar de la carta circular que un italiano, don Lorenzo Boturini, había escrito solicitando donativos para la coronación solemne de la imagen de la virgen de Guadalupe en México; apenas llegó a la capital el virrey conde de Fuenclara, ordenó se abriera una averiguación judicial para saber quién era don Lorenzo Boturini, acordando al mismo tiempo que la autoridad le recogiese todos sus papeles y todos los valores que hubiera reunido para la solemnidad de la imagen. Boturini compareció ante el alcalde del crimen en 28 de noviembre de 1742, acusado de estar en las Indias siendo extranjero sin la licencia respectiva, de haber colectado donativos y promovido el culto de la imagen de Guadalupe hasta intentar su coronación sin estar autorizado para ello, y de haber tratado de poner en esa corona armas distintas de las del rey de España. Boturini fue reducido a prisión en 4 de febrero de 1743, y el virrey Fuenclara dio parte de todo al Consejo de Indias.

  La razón de intentar Boturini la coronación de la imagen de la virgen de Guadalupe era la costumbre que existía entonces de dar esta muestra de distinción solemne con el permiso de la basílica vaticana de roma a las imágenes taumaturgas cuyos milagros fuesen públicos y legalmente probados por proceso seguido con arreglo a las disposiciones canónicas vigentes. Boturini que desde su llegada a México en 1736, concibió una ardiente devoción por la imagen de Guadalupe y creyó que era acreedora a la coronación, alcanzó del pontífice la gracia para llevar a efecto su proyecto; pero los documentos le llegaron sin el “pase” necesario del Consejo de Indias, y Boturini creyó salvada esa dificultad obteniendo el  pase de la audiencia México, concediolo ese tribunal, y entonces comenzó Boturini a escribir de todas partes de nueva España solicitando donativos para los gastos de la coronación. Una de esas cartas fue la que presentaba al virrey dio origen al proceso. El Consejo de Indias, informado de lo que pasaba en este negocio, acordó que se aprobaba la conducta del virrey; que este a puerta cerrada reprendiese severamente a los oidores de la audiencia de México por haber concedido el pase a las bulas del papa usurpando facultades del Consejo de Indias; que Boturini fuese enviado a España con su proceso remitiéndose también un catálogo razonado de sus papeles que debían quedar depositados en lugar seguro, en esa época la inocencia de Boturini era patente para el juez pero el virrey tenía empeño en que saliese de Nueva España, y se elle embarcó en 1744.

  La gravedad de aquel negocio consistía no solo en el proceso y en la injustificable persecución a un extranjero horado, sino que Boturini era un historiador, un arqueólogo, un sabio, que a fuerza de trabajo y de gastos habían conseguido reunir importantísimos datos para la historia y la persecución desatada contra él fue causa que se perdiesen multitud de documentos y de  objetos  curiosos e importantes para los estudios históricos de México, de los cuales unos desaparecieron sin poderse averiguar quién los había tomado, otros perecieron en el hogar en que estuvieron depositados, y muy pocos quedaron para el museo nacional de México.

  El Consejo de Indias declaró inocente a Boturini y propuso se le concediese una recompensa por el trabajo de reunir documentos y objetos históricos, le rey de España le nombró, en consecuencia de que el dictamen historiógrafo de las Indias con un sueldo de mil pesos anuales, y le ordenó que volviese a México, en donde le serían entregados los papeles y objetos de su propiedad; pero Boturini no quiso represar a la Nueva España y murió en la corte”. (1)


Fuente:

Riva Palacio, Vicente. México a través de los siglos, Tomo VII. Editorial Cumbre, México, 1986, pp. 110-111 

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