domingo, 29 de mayo de 2016

Perdiéndonos por los caminos de Nochistlán, Zacatecas...

   Eso del perdernos es un mero dicho, perdido no ando, idea de dónde quedan algunos ranchos tengo, así que, cuando me dijeron ¿quieres venir? no lo pensé dos veces, de inmediato dije sí, claro que quiero ir, así que enfilamos rumbo a Nochistlán, que es territorio de Zacatecas, pero que está enclavado en Los Altos de Jalisco... fue cosa de 40 minutos de carretera asfaltada (bueno, por ser amables digo que asfaltada pues llega un punto en el que, si no caes en el bache de la derecha caes en el de la izquierda y si libraste el de atrás, de seguro caerás en el de enfrente... así que fue, creo, más bien una hora para llegar hasta el punto en dónde dejamos el asfalto y agarramos por una terracería del tipo infame.

  En cuanto comenzaron a levantarse las nubes de polvo que la camioneta iba dejando a su paso recordé a un amigo que me decía que yo era demasiado aventurero y que nunca me acompañaría a mis incursiones, que le encantaban mis relatos pero que, "si no hay pastito, yo no voy"... y justo por acá lo que menos hay es "pastito" pues inmersos en estos golpes de calor inusuales en la región y padeciendo los rigores del cambio climático la aridez de la zona es más que notoria...

  Van apareciendo las construcciones, aisladas, del más puro estilo vernáculo, esencialmente de adobe, con algo de ladrillo, son cubos; quizá solo son usados durante las siembras de temporal y sus respectivas cosechas pues no se ve sean lugares de habitación permanente... y sus puertas verdes, tradición arraigada en esta región de México.

   El camino está siendo "raspado" ese término lo aprendí cuando viví en la Baja California Sur, lugar que de pronto se asemeja a este rumbo, por lo árido y por la presencia de un árbol que pensé solo crecía en esa península, pero por acá lo vi, se trata del Torote.

  Pero por acá las polvaredas son magistrales, de pronto todo se cubría, en temporada de lluvias esto será peligrosísmo para transitar por aquí, esa tierra tan fina se vuelve chiclosa...



  Por el camino se ve algo de ganado, reses que las tiene por aquí pastando en enormes propiedades, muchas bardas de piedra delimitan esas propiedades y, para quienes gustamos de la naturaleza, esto es fabuloso, el silencio, la soledad no al extremo pero es raro ver gente por aquí, al menos no topé con ningún vehículo en todo el recorrido pero sí hay ranchos habitados, muy aislados, por cierto.

  Así que, si lo tuyo, lo tuyo, son este tipo de travesías, aquí tienes una opción más... ahora que si tu eres de los del tipo "pastito" pues, la verdad sea dicha, mejor ni vengas...



















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