miércoles, 2 de noviembre de 2016

El panteón de Las Flores de noche, Salamanca, Guanajuato.

  Hacía mucho tiempo, creo dos años, tal vez más, que no visitaba un panteón y, por primera vez lo visito en la noche. La oportunidad la tuve apenas ayer que, siendo la víspera del Día de Muertos el panteón estuvo abierto hasta las ocho de la noche así que, estando ya en horario de invierno, la oscuridad comienza más temprano y fue la razón por la cual pude admirar este recinto en la oscuridad, oscuridad al fondo pues los pasillos están iluminados.

   Mi afición a los cementerios comenzó justo aquí, hace mucho tiempo, hace cinco décadas y media, pues los domingos, montado en un jeep, llegaba con mi papá, él ya había pasado al mercado a comprar dos docenas de gladiolas, invariablemente rojas, llegábamos al panteón, los dos, nunca nos acompañó nadie más, entrábamos al lugar que aun no estaba saturado como lo está hoy día, pedía le llevaran unos cubos con agua, lavaba la tumba de su padre, mi abuelo, que estaba justo detrás de la capilla. Yo no hacía nada, solo me sentaba y veía la escena, la barrida, la limpiada con agua, la colocada de flores, el santiguarse y el rezo, sin más nos salíamos y regresábamos a casa. Eso fue una, otra y otra vez, lo tengo bien presente.

   Así que, recorriendo el mismo camino llegue hasta la tumba, que ya no es una sino dos pues desde hace mucho, a su lado fue colocada mi abuela. Tumbas iguales, tumbas gemelas. Llegué, me senté, recordé, lloré, hablé, comenté, pensé... se oscureció y seguí ahí sentado, pensando... me calmé, comencé a oír el canto de un buen montón de grillos, el clima era perfecto, ni frío, ni calor... las fotos las hice sin flash para captar más la atmósfera del cementerio en el día en que los recuerdos afloran.

   La tumba de la derecha es la de mi abuelo, está allí desde 1964...

 ... y me senté... etc., etc., etc.

  La noche llegó... (si quieres oír una música adecuada para visitar un cementerio, entra aquí.)




































1 comentario:

  1. A mi también me atraen los panteones, como tú, acompañaba a mi mamá y mi tía Carmelina a visitar la tumba de mi abuela en el panteón español en la Ciudad de México. Me gusta recorrer los angostos pasillos que dividen las lápidas, leer los epitafios e imaginar cómo eran sus moradores. Recuerdo también el rito de la limpieza y arreglo de la tumba y luego la parte más seria el rezo que era en latín. Mi imaginación de niña volaba con palabras como Réquiem, pace, luz et DEI.

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