jueves, 5 de abril de 2018

La Chiera, el México costumbrista que se nos fue...

   La vida calmada, inocente, del siglo diecinueve mexicano se ve plasmada claramente en el día a día a través de la literatura en moda en esa época, la Costumbrista, una delicia es leer José María Rivera con su descripción de La Chiera, oficio que desapareció desde hace tiempo en México y que esporádicamente vemos resurgir en las ferias de pueblo y alguna fiesta paronal.

   “La chiera, como la golondrina, solo en tiempo de verano aparece en nuestro suelo. Su vida pública es ligera y fugaz como la de la mariposa, y lo mismo que a esta siempre la veremos entre aromas y entre flores; siempre inquieta y vivaracha empeñada en aprovechar los días que dura su aparición efímera.

  "Hétela allí: con una rapidez prodigiosa la pequeña mano de la propietaria va cubriendo de exquisitas flores al frente y los costados de su mostrador improvisado. La infatigable criatura es una imagen del movimiento continuo: se afana, se agita, va y viene; da vueltas alrededor de su obra; se retira un poco y examina el efecto que causa el matiz de sus flores, colocadas con cierto arte; vuelve y abandona en el canasto un puñado de amapolas purpurinas y toma otro de dalias o de chícharos, que en seguida va colocando en su cortina, matizada con estudiada simetría. En medio de tantos movimientos, la ninfa de las flores ora se inclina a un lado y nos deja ver una criatura flexible y delgada, ceñida por una coqueta banda escarlata; ora hacia el otro lado y nos muestra el picaresco perfil de una cara zalamera y pecaminosa: en seguida, dando a su cuerpo la longitud posible, procura colgar una sarta de cantaritos en los verdes arcos que adornan su agradable tienda, y entonces nos permite ver el extremo de una pierna perfectamente modelada y pequeño pie comprimido en un magnífico zapato de raso de color. Luego, por último, en una de sus muchas maniobras la veremos inclinarse hacia el curioso espectador, alelado con tan provocativo espectáculo, y entonces por una mera casualidad observamos su adornada camisa, blanca como el azúcar, pero cuya camisa holgada está construida de modo que no embarace el continuo movimiento de su dueño… ¡ho! en este instante, carísimo lector, después de lo que has visto, puedes dar la vuelta y seguir tu camino: ¡de no hacerlo, te expones a perder muy pronto los estribos…!

  Esta es la chiera; esta la que hace poco tiempo hemos comparado con la mariposa, llena de movimiento, de encantos y de vida. Pero esa misma mujer pasada una hora habrá concluida su laboriosa tarea y colocada tras de su florido aparato mostrándote su carita risueña a través de sus vasos llenos de esmeraldas, ópalo y topacios líquidos; esa misma mujer, repito, con cierto aire candoroso y con acento acaramelado te dirá: Chía, Horchata, Limón, Piña, Tamarindo, ¿Qué toma usté? Pase usté a refrescar." (1)

Fuente:

Los mexicanos pintados por sí mismos. Edición Iluminada. Conaculta, México, 2013, pp.19-21
El artículo completo lo puedes leer aquí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario